UNA AMIGA DESPISTADA
Luci se despertó sobresaltada; salió corriendo a la
puerta a ver si se habían llevado la basura; con asombro vio que ya no estaba.
Volvió a la habitación, miró en el cajón de su marido donde estaban
primorosamente dobladas las camisas, pero no vio las dos nuevas que habían
comprado el día anterior. Y claro, pensó: - ¿Qué hice yo con la bolsa de
las camisas aún sin quitar el celofán? La buena mujer las había tirado a la basura,
pensando que su marido había sacado antes las camisas. - Cariño creo que anoche
tiré las camisas nuevas a la basura, creí que la bolsa estaba vacía. – No me
extraña conociendo tú despiste. ¿Te acuerdas cuando te pusiste un vestido nuevo
con la percha y todo? Y un señor ya en la calle, te dijo: -
señora lleva usted una percha detrás de la espalda. Mi pobre amiga no sabía
dónde meterse.
Pasaron unas semanas y Luci quedó con nosotras para
desayunar. Era verano; llevaba una falda blanca de gasa con una media
combinación, también blanca; no sabe cómo pero la goma de la combinación se
rompió y la enagua cayó al suelo. Se la veían las piernas y las bragas, pues la
falda de gasa se transparentaba toda. Luego volvió a casa y se cambió,
también de zapatos y se puso unos planos; Luci era muy alta; caminando desde
casa hay 5 minutos, cuando de pronto nota que cojea un poco; - Uum!! Parece que
me falla un poco la rodilla, mira hacia los pies y ve que llevaba un zapato
plano y otro con un poco de tacón, pero claro cada zapato era de un color
diferente.
Otro día iba aponer la lavadora: - Dónde estará la
bolsa con los calcetines y camisas sucias de mi marido? De pronto se
acordó que el día de antes habían comprado queso roquefort, ése que huele que
apesta a pies; miró en la nevera y allí estaba la bola son la ropa sucia y el
queso roquefort; ¡No sabéis que tufillo salía de la nevera!
Otro día salió de casa para ir a desayunar con
nosotras, cuando se dio cuenta que iba en zapatillas; se dio media vuelta para
volver a casa y cambiarse, cuando va a sacar las llaves de casa del bolso y ve
que no están; así que tardó 2 horas en poder entrar en casa hasta que su marido
vino y pudo abrir la puerta.
A los 6 meses tuvo que ir al hospital Clínico; la
llevó su marido en el coche plateado que tenían, muy largo y grande que parecía
un Corcorde. Cuando llegan al hospital, Lucí le dice a su marido: - Cariño
espérame por aquí dando vueltas y cuando veas un sitio libre para aparcar te
paras, y ya te buscaré yo. A la media hora sale del médico estomatólogo, abre
la puerta del coche y se sienta: - Perdona cariño, ¿he tardado mucho verdad?
Bueno, puedes arrancar ya. El otro callado. - Pero cariño, ¡vámonos ya!
Cuando oye una voz que le dice: ¡Señora yo no soy su cariño! Entonces , le mira
y ve que es un señor desconocido. Salió del coche como un escopetazo y el
marido dos coche más adelante sentado al volante de su coche sin enterarse de
nada.
Un día fueron a misa de 12. Antes de salir
preparó para comer una pierna de cordero para asar. Encendió el horno
para que se calentara y al marcharse meterla en el horno. Lo programó
para que a las 2 horas estuviera asada la pierna de cordero. Después de la misa
irían a tomar el aperitivo. Cuando llegaron a casa la pierna estaba en la
encimera de la cocina y el horno al rojo vivo vacío. Ese día claro no comieron
cordero.
Un año después fueron a las Islas Canarias de
vacaciones con unos amigos; se puso unos pantalones vaqueros de color azul
clarito. En todo el paseo no se encontraba cómoda; se le caían de la
cintura y de pierna la molestaban porque la estaban muy grandes, total que fue
incómoda todo el paseo. Cuando volvieron al hotel, estaban en la habitación,
cambiándose para bajar a cenar, y el marido la dice: - Luci, ¿Por qué te has
puesto mis pantalones? ¿Es que no tienes los tuyos? Miró en la maleta y allí
estaban sus pantalones, que eran de un color verde manzana; claro es que mi
amiga es daltónica además de despistada.