- ! Mira Carla, qué piedra tan preciosa !
- ! Es verdad ! brilla tanto como tus ojos que parecen dos
carbones y una estrella alrededor. Vamos a cogerla.
Natacha que es mayor, la coge y la frota entre sus manitas; entonces
empiezan a aparecer unos duendecillos con alas y coronita de reina en el pelo.
-
¿Quiénes sois? Pregunta Natacha.
-
¡huy! Es largo de explicar. Venimos de muy lejos, sólo para
jugar con vosotras.
-
¿Por qué?, Pregunta
Natacha.
-
Porque me han dicho vuestros abuelitos Juan y Josefina, que
sois dos niñas muy buenas.
-
¿Podemos jugar todas juntas?
-
¡Claro!
-
¿Dónde estamos? Pregunta Natacha.
-
En el País de las Hadas. Pero no tengáis miedo enseguida os
llevamos con vuestros papás.
Al día siguiente, Natacha y Carla se despertaron cada una en
su camita, y cada una tenía una corona de reina sobre sus cabezas con su nombre:
Reina Natacha y Reina Carla.
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